El gato Burmés es una raza de felino que no te dejará indiferente. Así se explica cómo desde sus orígenes remotos acabó expandiéndose a todos los continentes, especialmente a América, a principios del siglo XX.
Las 10 características que presentan a este peculiar gato, y que harán que lo conozcas mucho mejor.
El origen remoto del Burmés
El Burmés tiene un origen remoto. Debes remontarte a la historia, mediante la literatura, para comprobar que este tipo de gatos era descrito desde el siglo XIV, en la antigua Siam, la Tailandia moderna.
Desde Birmania, el doctor Thompson se lleva un ejemplar a Estados Unidos, específicamente a San Francisco, donde comenzará a cruzarlo hasta conseguir rasgos excepcionales de esta raza de gatos, ya de por sí, poco común.
Se distinguen dos tipos de gatos Burmeses
Actualmente se distinguen dos tipos de Burmés:
Gato Burmés Europeo o Inglés
Se caracteriza por tener una cabeza de cráneo ancho y redondeado, un mentón pronunciado y maxilares anchos. Tiene una cola que tiende a finarse.
Gato Burmés Americano
Presenta un cráneo fuerte, además de formas redondeadas. Su hocico es corto y su mentón es firme. Suele tener una hendidura en el área nasofrontal. Su cola es ancha y redondeada.
Un gato fuerte de rasgos uniformes
Seguramente, por los cruces que se lograron hacer de él, se consiguió un gato con rasgos muy redondeados, lo que le convierte en un animal muy estilizado.
La mejora de la raza de este felino, consiguió que fuera reconocido por la CFA (Asociación de Criadores de Cachorros).
Hasta su musculatura es elogiada, ya que le permite esa forma tan peculiar de su cuerpo, haciendo de él un gato bastante fuerte.
Llegaron a perder el reconocimiento de la CFA
La Asociación de Criadores (CFA) llegó a retirar a esta raza su reconocimiento, debido a la queja de muchos criadores, en los años 40, por ver más cercana esta raza a los gatos siameses y considerarlos así más débiles.
Tras un esfuerzo por recuperar nuevamente el reconocimiento de la CFA, este se consigue en el año 1953.
Al gato Burmés, le gusta la compañía
El gato Burmés es un gato muy social. Le gusta convivir en familia, siendo muy amigables con todo el que quiera aproximarse a él.
En momentos es muy juguetón, aunque prefiere observar todo lo que se mueve a su alrededor antes de involucrarse directamente.
Curiosamente, no soporta la soledad, por lo que no dudes en que te demuestre su inconformidad si lo dejas mucho tiempo solo en casa.
Un segundo gato que conviva con él en el entorno doméstico es muy buena opción y establecerá vínculos de amistad fuertes.
En su etapa adulta es muy tranquilo
Cuando crece tiende a adoptar un carácter cada vez más tranquilo, a pesar de que, en comparación con otras razas de gato, ya lo es.
En su madurez se sentirá muy cómodo al verse acompañado por su familia, al mismo tiempo que prefiere estar observando a través de la ventana en vez de salir a explorar a la calle.
Por todo lo anterior, es preciso que vigiles la cantidad de comida que ingiere al día, ya que por su forma de ser tiende a la obesidad.
La peculiaridad de los colores de su pelaje
El pelaje del gato Burmés es muy característico. Puedes encontrar diferentes tonalidades, estas son el plateado, el azul, el chocolate y el color café.
En lo que respecta al tipo inglés, hay que añadirle otros colores, con respecto a los anteriores.
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Esto se debe al cruce que han tenido, en esta región, con gatos siameses de gen rojo. Así te encuentras al Burmés con un tono anaranjado o crema.
Hay que destacar en esta raza su pelaje corto que, en ocasiones, parece no tener, de lo pegado al cuerpo que está.
La buena salud de la raza Burmés
Una de las cosas por la que destaca el gato Burmés es por su longevidad, llegando a alcanzar los 15 años de edad con facilidad.
Esto se debe a que su raza no presenta graves enfermedades de transmisión genética, quizás debido a todos los cruces efectuados durante la primera mitad del siglo XX y a su fortalecimiento por dicho motivo.
Como ya te mencionamos antes, llegando a su edad adulta, tiende a engordar. Por eso es necesario vigilar su dieta y hacer que se mueva de vez en cuando, con juegos y actividad.
Un gato con unos cuidados básicos
Puedes predecir, llegados a este punto, que los cuidados que requiere un Burmés son mínimos.
Como a cualquier mascota, debes llevarlo a revisión con el veterinario, para que se le apliquen las vacunas oportunas.
A pesar de ser un gato fuerte, no queremos que se llegue a enfermar por no haber puesto los medios oportunos para ello.
Con respecto a sus cuidados estéticos, al tener un pelo tan corto no hace falta que se cepille tan seguido. Como mucho, una vez por semana es suficiente.
Con respecto al baño, ya sabes que los gatos no son muy amigables con el agua. Así que, no hace falta que lo obligues mucho a ello. Puede funcionar un baño a las seis semanas, que también podrás prorrogar si tu gato no se ejercita mucho.
Un maullido muy peculiar
El maullido del gato Burmés es único. Llega a percibirse ronco, como si hubiera gastado su último esfuerzo en vociferar. Aunque, si están en celo, logran que su maullido se vuelva más agudo.
El gato Burmés es una compañía perfecta para toda la familia. No solo destaca su belleza y colores suaves, sino que su carácter es perfecto si su dueño tiende a ser tranquilo.
Su longevidad es otra de sus virtudes, aunque siempre será necesario tenerlo bien controlado con la ayuda del veterinario. En definitiva, es un gato que enamora.