A pesar de que el gato fue estigmatizado en el periodo medieval, incluso demonizado por muchos artistas de esa época, a partir del siglo XVII empezó a hacerse un hueco en el arte europeo y su concepto cambió para ser protagonista indiscutible de muchas pinturas y cuadros de gatos, algunas de ellas muy importantes.
Pintores como Jean Baptiste Simeon (1699-1799) los incluía en una serie de bodegones donde se ponía de manifiesto su carácter curioso y en ocasiones oportunista.
Hubo quien los retrató con naturalidad y elegancia, como Antoine Watteau (1684-1721) y Jean Fragonard (1732-1806). También Jean Baptiste Oudry (1686-1755), pintor y marchante parisino, supo reflejarlo en sus obras, destacando el detalle y colorido en su famosa serie de bodegones dedicados a los gatos.
En el siglo XIX aumentó el interés por los retratos de gatos y Henrrietta Ronner (1821-1909) plasmó su comportamiento con detalle, al igual que Gottfried Mind (1798-1814).
Uno de los artistas que alternó los cuadros con bocetos litográficos publicitarios fue el artista franco-suizo, Theóphile Steilen (1859-1923) que reflejaban la conducta felina con humor en sus famosas tiras cómicas.
Como curiosidad, Steilen era un gran amante de los gatos llegando a acoger muchos de ellos en su propia casa como improvisado «centro de adopciones».
Pero hubo dos pintores impresionistas franceses que imprimieron a sus obras un especial cuidado y sensualidad, donde la presencia de los gatos otorgaba a sus obras una profundidad aún mayor.
Estos fueron Pierre Auguste Renoir (1841-1919) con sus famosos retratos, donde los gatos transmitían inocencia y dulzura y Edouard Manet (1832-1883) del que destaca “Olympia” y su gato negro, cargando de significado transgresor el conjunto de su obra.
Hay mucho más, esta es posiblemente una pequeña muestra de como los gatos han influido en los artistas clásicos y neoclásicos, muchas veces porque ellos mismos eran grandes amantes de estos animales en una sociedad que había empezado a mirarlos de un modo más cercano y amigable.
Y para terminar y volviendo la vista a sus inicios, como olvidarnos de Leonardo da Vinci (1452-1519), del que se dice fue un gran admirador del gato y al que le dedicó una serie de importantes dibujos y una frase para la inmortalidad: «Hasta el más pequeño de los felinos es una obra de arte»….y que razón tenías, Leonardo.
Después en el arte moderno, el gato alcanzaría su máxima popularidad, pero esa es ya otra historia…